viernes, 27 de agosto de 2010

¡Yo niño!



Esta historia que les cuento
la voy a sintetizar,
como en mi, hondo lo siento,
me es difícil el narrar.

Fui hijo único en mi hogar,
¡Si es un hogar un cubil!
donde existía un padre vil
y una madre sin igual.

Cuatro años solo contaba
cuando el muy degenerado,
en los bares del poblado
a beber licor me aupaba.

En principio me negaba
por lo fuerte del brebaje,
él consideraba ultraje
y a la fuerza me obligaba

Decía ufano haciendo alarde:
este es mi único muchacho
y voy a hacer que sea un macho
como lo ha sido su padre

Que fume cigarro y beba
eso hace el hombre jodido,
nadie conmigo ha podido
¡Si hay alguno, que se atreva!

Y era cierto, le temían
era en verdad valeroso,
era un gañan revoltoso,
nadie le contradecía.

Mi pobre madre esperaba
al engendrito y su padre;
si se dormía por ser tarde
a golpes la despertaba.

La pobrecita lloraba
y el maldito me decía,
le dijera groserías
por que si no me pegaba.

Seis meses duro mi curso
pero por ser aplicado,
mucho lo había asimilado,
ya era un niño de concurso

Recuerdo el último día
que estuvimos de parranda,
se armó una “zaparapanda”
y dos heridos había.

Oí que uno le decía:
¡Varela, este es tu final,
un mes no vas a durar!
Se cumplió su profecía.

Solo veintinueve días
vivió a partir de la fecha,
pero había abierto una brecha
que cerrarla costaría.

Con una miseria atroz
y un engendro como hijo,
muertos de hambre sin cobijo;
cual sería el fin de los dos.

A mi madre gracias doy
por hacer lo conveniente,
y con coraje inclemente
me ha traído a donde estoy.

Me dio y no fueron consejos
Ejemplo y castigo sí,
Gracias mi Dios doy a ti
Por darme ese lindo ser
A la más pura mujer
Que haya podido existir.

Luís Varela Luzardo

No hay comentarios:

Publicar un comentario