Estabas frente al espejo observando tú figura
radiante, bella, preciosa, sin nada que te cubriera,
me acerqué a ti lentamente y te así por tu cintura
atraje tu cuerpo al mío con suave vaivén de esfera.
Sentí el calor de tu piel y tu aliento acelerado
estabas anonadada pero aceptaste el reto
el corazón palpitando como corcel desbocado
mis manos te acariciaron con ademanes discretos,
los labios se intercambiaron ósculos apasionados
prodigándonos caricias que nos privó meditar
no podíamos desechar esa especial ocasión.
allí estábamos dos cuerpos sutilmente entrelazado
y aunque en verdad no era cierto, encontrarme en el lugar
volví de nuevo al presente, pero henchido de emoción.
Luis Varela Luzardo
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