domingo, 25 de diciembre de 2011

¡La quiero así!




Me siento e invoco su presencia, mas no llega,
me acuesto sin dormirme y la deseo,
pienso, estará con otro o con otra, eso si creo;
recorre el mundo en su constante entrega.

Pero otras veces que ni siquiera pienso en ella,
en la mesa, en la ducha o en el trabajo,
se hace presente e interrumpe mis labores
y si no fuera por que me llenan sus amores;
sería oportuno mandarla hasta el carajo.

Se posa allí, con su lira, su belleza.
y su voz queda, dulce arrulladora,
actuando como toda gran señora
perdona mis irreverentes pensamientos;
¿Te hice esperar? Pues de verdad lo siento;
pero para mi, no hay ocaso, no hay aurora.

Le presto la atención que se merece
comienza a dictarme lo que trae
me dice: escribe rápido la tarde cae;
volveré cuando lo crea oportuno,
no tengo exclusivo compromiso
soy la musa de todos, no de uno.

Luis Varela Luzardo

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