¡Fruto prohibido!

Cruce el prado y pude ver, árboles cargados de diferentes frutos, apetitosos todos, tomaba en mis manos algunos, los mordía y los desechaba; caminaba y a medida que lo hacia, seguían apareciendo, yo los seguía probando, e igual no les sentía el sabor que quería encontrar.

Hubo una oportunidad que en un predio ajeno vi un solo fruto pendiendo del árbol y me asaltó la idea de tenerlo y ni siquiera con la voracidad de comerlo, me sentí tan afín a aquel hermoso fruto, que me conformaba con solo tocarlo, acariciarlo, sentir su aroma, pero el fatal destino se interpuso entre nosotros, al estar yo en el lugar equivocado en el momento equivocado. Pero sigue allí y yo del otro lado, conformándome con desearlo sin lograr saborearlo.

Luis Varela Luzardo

¿Navidad sin ti?

Esta navidad sin ti
no es navidad es calvario,
solo faltaría el sudario
la cruz de ti recibí.

Esto es lo que conseguí
por predicar mi sentir,
pero me alegra morir
por amar con frenesí.

En el costado la herida
la llevaré eternamente
por amarte intensamente;

sin control y sin medida
pero que importa mi vida
me importas tú, solamente.
Luis Varela Luzardo

¡La quiero así!

Me siento e invoco su presencia, mas no llega,
me acuesto sin dormirme y la deseo,
pienso, estará con otro o con otra, eso si creo;
recorre el mundo en su constante entrega.

Pero otras veces que ni siquiera pienso en ella,
en la mesa, en la ducha o en el trabajo,
se hace presente e interrumpe mis labores
y si no fuera por que me llenan sus amores;
sería oportuno mandarla hasta el carajo.

Se posa allí, con su lira, su belleza.
y su voz queda, dulce arrulladora,
actuando como toda gran señora
perdona mis irreverentes pensamientos;
¿Te hice esperar? Pues de verdad lo siento;
pero para mi, no hay ocaso, no hay aurora.

Le presto la atención que se merece
comienza a dictarme lo que trae
me dice: escribe rápido la tarde cae;
volveré cuando lo crea oportuno,
no tengo exclusivo compromiso
soy la musa de todos, no de uno.

Luis Varela Luzardo

¡No puedo dejar de amarte!

No puedo, ¿Por qué no puedo?
no puedo dejar de amarte,
me esfuerzo por olvidarte
Pero es que, mi amor, no puedo.

Yo me metí en este enredo
como el gran conquistador,
quiero armarme de valor
y ahora olvidarte, no puedo.

En verdad soy un remedo
de tenorio, o seductor,
lo hubiese hecho mejor

no haberme lanzado al ruedo;
que hacer si ahora, no puedo,
olvidarme de tu amor.

Luis Varela Luzardo

¡Señora!

Señora siento un imán
que a usted me hace acercar
me trato de separar
pero las fuerzas no dan

Me confieso un pecador
porque es terreno vedado
quisiera estar a su lado
para entregarle mi amor

Afrontaré mi dolor
al margen me mantendré,
pero téngalo presente;

que sentiré su calor,
y en usted concentraré
mi musa más elocuente.++

Luis Varela Luzardo

Amor y odio!

¡Oh! Dios, ¡Por qué odio!
odio la maldad, la envidia,
odio al que a mi patria linda
la sembró de eso: de odio.

¡Oh! Señor, amo el amor,
amo la paz, la alegría,
adoro la patria mía;
amo a mi insigne creador.

Del mal, odio es consecuencia
de la amistad, el amor,
de ellos su conductor;
es el humano en esencia.

Odio y amor, sentimientos
cual de los dos, que se sienta
con motivos valederos;
nos mueven nuestros cimientos,
son válidos si se cuenta
con causas que lo indujeron..


Luís Varela Luzardo

¡Ella es la culpable!

Estoy sufriendo una pena
que me causa un gran dolor,
por pretender un amor
que de ingratitud se llena

Sufro esta cruel condena
por no lograrla alcanzar
quisiera poder llorar
por si el llanto la hace buena.

Pero yo a ella no le importo
me ve sufrir fríamente
impávida e inconsecuente
se extasía con mi dolor
y en lugar de darme amor
goza siendo indiferente.++

Luis Varela Luzardo

¡Así eres!

Tiene tu figura el sutil embrujo
que atormenta mi alma,
es tu bello cuerpo de hermosa palmera
mi preocupación.

Y al conocerte forje la esperanza
de que fueras mía,
y si te negaras moriría de pena
mi fiel corazón.

Combinas tu cuerpo con joyas divinas
que te hacen mas bella,
tu sedoso pelo tus ávidos ojos
y tu linda tez.

Tus dientes tan blancos y el suave perfume
de tus labios rojos,
hacen que te ame vida de mi vida
como nunca amé.

Luís Varela Luzardo

¡Tú solo tú!

Tú solo tú, mi vida lo has logrado
hacer mi corazón un indigente,
él que presumía de valiente
es hoy un guiñapo derrotado.

Regreso mi memoria hacia el pasado
y nunca fue tan débil el cretino,
solo al aparecer tú en su camino
le causó ese impacto inesperado.

Tú solo tú, mi Ángel adorado
fuiste capaz de hacerlo un perdedor;
llora sin llanto y sufre su dolor,

busca consuelo a su fatal tristeza,
con pena lo veo perder su fortaleza
Creyendo aún, un día lograr tu amor.

Luis Varela Luzardo

¡Mi resignación!

Que infantil mi pretensión
al pensar que me amarías,
que de ilusiones me hacia
conquistar tu corazón.

Pero, ¡Oh! Desilusión
al conseguir tu rechazo,
fue un lacerante flechazo
profundo, sin compasión.

Pero te doy la razón
Mi Ángel, no te censuro,
entre los dos hay un muro

que impide tenerte un día,
pero yo si vida mía
¡Te amaré más, te lo juro!

Luis Varela Luzardo

¡Mi Ángel!

Un día, tal como éste
el Dios Todopoderoso,
me envió, un Ángel precioso
desde su trono celeste.

Pero este mundo es así
alguien se me adelantó,
y con suerte se apropió
de lo que envió para mi.

Pero ahora, te hablo a ti
a ti, mi Ángel adorada,
si bien perdí la jugada
porque así quiso el destino,
te juro: ese desatino
no priva que seas amada.

Luis Varela Luzardo

¡Amor"

Amor, hermosa palabra
cuando es puro y sin reproche,
borra las penas del alma
como borra el día a la noche.


El amor es como el sueño,
como el deseo de alimento;
el amor es un sustento,
del espíritu su dueño.


Llega solo, enmudecido,
de la más sutil manera,
y cuando menos se espera
sin querer te has sumergido.


Que hermoso es sentirse amado,
mejor también es amar,
duele mucho reaccionar
cuando un amor se ha escapado.


Si se va de nuestro lado
un amor puro y sincero,
es un dolor muy artero
nunca será subsanado.


Luís Varela Luzardo

¡Nuestras Mascotas!

Su reino es el nuestro, somos semejantes
solo diferentes por nacer pensantes.

Por caminar erguidos y asirnos con las manos
y por ser clasificados como seres humanos.

¡Porqué si Dios nos dotó de ese don tan relevante,
a veces la crueldad con ellos se hace intolerante.

Amemos nuestros pares, brindémosle cariño;
amémoslos igual que amamos nuestro niños.

Ellos sienten nuestra alegría, nuestra tristeza;
ellos son capaces de demostrar nobleza.

Son a veces los mejores amigos que tenemos,
si un día su salud mengua, no los abandonemos.

Luís Varela Luzardo